Niños diseñados biológicamente con un propósito: ¿una práctica del futuro cercano?
Por Agustina Moya
En la novela My Sister´s Keeper de Jodie Picoult, la protagonista es producto de una fertilización in vitro y nace con el objetivo de salvar a su hermana mayor que sufre de leucemia. El fenómeno de los “designer babies” o bebés de diseñador plantea un problema dentro del campo de la bioética que requiere discusión: ¿es correcto elegir qué rasgos debe tener un hijo? Y, peor aún, ¿debe la sociedad aceptar la concepción de bebés que nacen con un objetivo a cumplir?
La ciencia es fuente de progreso y de esperanza. Los diarios, la televisión y los sitios de Internet se llenan de títulos que hablan de los avances de las ciencias que permiten vislumbrar un futuro más llevadero y, en ocasiones, una cura para las enfermedades que más aterrorizan a la sociedad global. Pero, no todos los descubrimientos que posibilita la comunidad científica –por más innovadores que sean- pueden ser catalogados como correctos e indiscutibles. La tecnología trae aparejada una serie de interrogantes acerca de qué es aceptable en el nombre del progreso y cuáles son los límites que deben ser dibujados para permanecer dentro del marco ético que la sociedad construye y determina que debe ser establecido.
La fecundación in vitro o fertilización asistida es un proceso por medio del cual la fecundación de los óvulos por parte de los espermatozoides se produce fuera del cuerpo de la mujer. Una vez formado el cigoto u óvulo fecundado se transfiere al útero femenino para comenzar el proceso del embarazo. Generalmente, es utilizado para distintos casos de infertilidad. Pero, ¿qué sucede cuando es implementada para crear un individuo con un fin en concreto? En la novela My Sister´s Keeper de Jodie Picoult - luego convertida en película- la protagonista, Anna, ha sido “creada” a través de éstos métodos para servir de donante de tejidos de su hermana mayor, Kate, que sufre de leucemia. La sangre del cordón umbilical de Anna es conservada y cultivada cuando ella nace para utilizarla en su hermana. A medida que la hermana menor crece debe atravesar una serie de procedimientos médicos invasivos y riesgosos para proveer a Kate de su médula ósea sana y otros tejidos.
El film retrata a una familia que decide “crear” a una “savior child” -o hija salvadora- para ayudar a otra. La fertilización asistida les permite esto porque los especialistas monitorean a los embriones formados y eligen inyectar en el cuerpo de la madre a los que tienen el código genético deseado. El punto de inflexión en la historia se produce cuando, luego de un deterioro agudo en su estado de salud, Kate requiere un transplante de riñón. Los padres de Anna asumen que ella lo donará. Pero ella no tiene la misma intención, ya que el procedimiento es muy riesgoso y no garantiza que su hermana se salvará. Entonces, decide contratar a un abogado para lograr la emancipación médica de sus padres.
En la historia se plantean dos problemas. En primer lugar, los tejidos de la protagonista no sólo son utilizados en el nacimiento, a partir de la extracción de su cordón umbilical –como había sido concebido en el principio- sino que ella continúa, a lo largo de su infancia y preadolescencia, siendo una especie de muñeca abastecedora a disposición de su hermana enferma. Por otro lado, plantea el punto más controversial acerca de la selección de embriones, algo que se conoce como “bebés de diseñador”, es decir, niños cuyas células embrionarias son modificadas para obtener los rasgos deseables por los padres. En el Reino Unido, la familia Whitaker utilizó la fertilización in vitro para tener a Jamie y qué éste ayudara a curar a su hijo mayor, Charlie, que había sido diagnosticado con anemia de Diamond-Blackfan. En una nota del medio británico The Guardian, Michelle Whitaker rechaza vehementemente el término “bebé de diseñador” y afirma que sólo fue utilizada la sangre del cordón umbilical de su hijo menor y, que luego de eso, Jamie no volvió a ser intervenido. No obstante, Michelle reconoce que “nunca cruzó mi mente que tendríamos que utilizar a Jamie de nuevo, ni tampoco nadie nos lo insinuó.” ¿Y si Charlie sufriera una recaída? “Bueno, no lo sé. Pero esa no sería nuestra decisión. Dependería de las cortes. No como en el film en el que usaron a la hija como ellos querían sin ni siquiera consultarle”, afirmó la madre británica.
A pesar de que todavía no hay registros de padres que hayan concebido a un hijo -a través de métodos de fertilización asistida- con el objetivo de que sirva de donante de órganos para un hermano enfermo, es necesario el planteo de esta temática dentro del campo de la bioética. Probablemente, en un futuro se esté discutiendo en consultorios, clínicas especializadas y, también, en tribunales. Más allá de todas las aristas discutibles que pueden ser planteadas a partir de la fecundación in vitro, la que se destaca aquí es la idea de concebir a un hijo, a un individuo con un fin, con un propósito a cumplir. Algo en lo cual él no tuvo ninguna injerencia o poder de decisión. ¿Cuán ético es arriesgar la salud y la vida de una persona para beneficiar a otra sin el consentimiento de la primera? Por otro lado, al ser el “savior child”, en muchos casos, la única posibilidad de curación o mejora del hermano enfermo, ¿cómo plantear una objeción a estos procedimientos que pueden salvar vidas? ¿Qué es ético y qué no? ¿Tiene la bioética una respuesta posible? Quizás no, pero es necesaria la discusión sobre estos temas para poder llegar a una conclusión que sea razonablemente aceptable o, al menos, a una reflexión profunda que cimente las vías para resoluciones futuras.
Hola Agustina!
ResponderEliminarYa hablamos la nota... está muy bien.
Un mini detalle técnico:
Ponés "embriones formados y eligen inyectar..."// Los embriones se "implantan", no se inyectan.
Saludos
Quique Garabetyan